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Spasibo!?...  pues no, Mr. Cameron

 

Por Manuel Gutiérrez

 

Recientemente  nos desayunamos con una interesante noticia. El primer ministro británico, David Cameron, critica que España haya permitido la entrada en el puerto de Ceuta de buques de la Armada rusa, a tenor de la crisis actual por el conflicto de Ucrania.

Es una auténtica desfachatez que el premier británico entre como un elefante en una cacharrería, teniendo en cuenta cómo se mira su propio ombligo, es decir, echando un vistazo por la espalda para no verlo.

En primer lugar, que se sepa, aún no se ha declarado la guerra a Rusia por parte de la OTAN, de manera que, se supone, estamos ante movimientos de buques habituales por parte de un país que hasta ahora es amigo. La falta de reacción del bloque europeo, no hablemos ya de la OTAN, ante la crisis de Ucrania es de libro. Se ha actuado con extrema prudencia para no molestar mucho, más aún teniendo en cuenta que Putin ha tomado el toro por los cuernos y dado un zapatazo en la mesa, como en los mejores tiempos de Kruschev, en las mismas narices de Occidente. La actitud europea y estadounidense ha sido más que discreta, al igual que cuando se produjo el golpe de Estado en Ucrania, que por cierto fue celebrado con una inconsciencia y una falta de miras verdaderamente notable.

Y ahora viene este primer ministro a denunciar la política española con respecto a los buques de Rusia que atracan, en tareas de avituallamiento y de ocio para las tripulaciones, en Ceuta. Hay que recordar que Ceuta tiene tradición entre los rusos y que, hace décadas, se veían en los comercios incluso carteles en su idioma, dada la afluencia de buques de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a Ceuta. Es más, todo el mundo sabía dónde se encontraba la agencia que servía de tapadera para el mismísimo KGB.  Pero en fin, eran otros tiempos, no nos vayamos por las ramas.

Otro pájaro que apoya a Cameron en esta impostura es el inefable Andrew Rosindell, un “amigo” del grupo que apoya a Gibraltar en el Parlamento británico. El buen hombre habla de “perversión” y del posicionamiento “absurdo” de España, amén de su falta de “visión”. Inevitablemente, Rosindell pone como contrapunto el hecho de que España deje atracar a buques rusos en Ceuta mientras se queja al Reino Unido en torno a Gibraltar.

Para que puedan tener una idea de la catadura moral de este mequetrefe, les recuerdo un pequeño, un pequeñísimo detalle, en torno a este ‘tory’:

En junio de 2012 se supo  que Andrew Rosindell habría cobrado 36.000 libras por realizar un recorrido por Islas Caimán, Taiwan, Líbano, Qatar, Uzbekistan y Kazajistán, entre otros lindos lugares del mundo. Esto es lo de menos, porque él puede vender sus periplos al mejor postor sin que haya que reprocharle corrupción alguna. No, no. Lo mejor –lo peor-  fueron sus comentarios sobre el ex dictador chileno Augusto Pinochet.  Se unió al tristemente célebre ‘Augusto Pinochet Club de Fans’, en Facebook, donde dejó caer ésta perla:  “Pinochet derrocó a un régimen comunista en Chile que descuartizaba a su gente. En comparación con el resto de América Latina durante los años 70 y 80, Chile se convirtió en una sociedad libre donde las personas fueron capaces de prosperar.”. Es más, expresó su “más profunda admiración” por el dictador asesino de Chile.

En fin, ya ven ustedes quién es el tal Rosindell para que se atreva a meternos las cabras en el corral. Pero es más, el lobby de presión de parlamentarios británicos que apoya a Gibraltar, en el cual figura nuestro nunca bien ponderado Rosindell, no es ni más ni menos que la expresión parlamentaria de grupos ocultos que operan de forma siniestra en Gibraltar, un lugar que goza comol paraíso fiscal que es, sin que Reino Unido hable de traficantes de armas y de drogas –no hablemos ya de tabaco- asociados al Peñón. Un Gibraltar que cuenta con más de 80.000 sociedades mercantiles para una población que apenas supera los 20.000 habitantes.

Bien, dejemos a Rosindell aparte, que al fin y al cabo no es más que un chikilicuatre, vendido al mejor postor, que se ha sumado al circo que quiere montar el mismísimo David Cameron. Sí, el que viaja en aviones  low-cost, para la desesperación de su servicio secreto de seguridad.

Habrá que recordarle varias cosas a Cameron sobre la utilización de Gibraltar en acciones militares, máxime cuando Gibraltar es territorio español. No entraremos en cuestiones relativas a aguas jurisdiccionales, hostigamientos y amenazas a la Guardia Civil cuando ésta persigue a narcotraficantes –han llegado incluso a detener a nuestros agentes- y demás.

Hablemos de defensa y de otras cosas. De lo más reciente que se ha producido en Gibraltar en materia de cooperación defensiva con terceros países fueron unas maniobras que realizaron experimentados paracaidistas marroquíes en el Peñón, concretamente, de la segunda Brigada de Infantería de Paracaidistas (BIP ), en colaboración con el Royal Gibraltar Regiment, que ha tenido tenientes coroneles jefes con nombres tan pintorescos como el de John Perez. Cuidado: no pongan nunca tilde al escribir nombres y/o apellidos de gibraltareños.

Esto, lo del paracaidismo, fue a mediados de abril.  El mes pasado. Paradójicamente, nadie recordó entonces que la población marroquí de Gibraltar nunca ha obtenido ni obtendrá el permiso de residencia, por más que lleven cuarenta años –muchos de ellos- residiendo en la colonia británica. Si quieren ir, por ejemplo, a La Línea de la Concepción, deben viajar a Marruecos y después volver a la península vía Ceuta o Tarifa. ¿Se quejó David Cameron de esta circunstancia? Pues no. Que salten los paracaidistas. Qué leches.

Esta colaboración en el plano militar no es puntual, sino que viene de tiempos incluso del ex ministro principal de Gibraltar Peter Caruana, a quien sucedió el fantasmagórico Fabian Picardo, vinculado profesionalmente al prestigioso bufete de abogados Hassan, cuyo jefe máximo, James ‘Jaime’ Levy, viaja en jet privado varias veces al mes a Suiza. Seguramente al pobre hombre le han indicado que le viene bien el aire de la sierra, por más que sea él quien corta el bacalao en el Peñón.

El ejército del aire israelí también ha estado en Gibraltar, no vayamos a olvidarlo, planificando operaciones de larga distancia y haciendo simulacros de ataques a países de Oriente Medio. Tampoco David Cameron o su antecesor dijeron ni mú. Mucho menos, el Gobierno español, que siempre ha tenido especial condescendencia en materia castrense de cara al Gobierno británico en Gibraltar, aun cuando los aviones de guerra, sean británicos o de otro país, sobrevolaran el espacio aéreo español como Pedro por su casa.

Por cierto, un detalle. El aeropuerto de Gibraltar, que se encuentra en terreno usurpado a España, está en manos de la RAF, la Royal Air Force, mediante una torre de control que da miedo verla, de lo tercermundista. Parece un ambulatorio de cuarta división. Quizá lo mejor que tienen allí es el cuerpo de bomberos del aeropuerto –también de la RAF-, que han de ser buenos por narices, teniendo en cuenta el hecho de que el aeropuerto de Gibraltar es uno de los más peligrosos del mundo, por sus especiales características.

Hablemos también de la base naval militar de Gibraltar, aquella que, ya por recordar, acogió a los dos buques de Odyssey Marine Exploration –el Odyssey Explorer y el Ocean Alert- cuando expoliaban el tesoro del pecio español que finalmente apareció un buen día en Florida, concretamente en Tampa. No sólo se les dio cobertura a estos piratas del mar, sino que el tesoro fue escondido, así como el robot submarino que nunca apareció con los datos de telemetría que nadie jamás pudo ver, en un hangar militar antes de ser despachado vía Boeing 747 –vuelo nocturno, por supuesto- desde Gibraltar al John Fitzgerald Kennedy, escala previa a Tampa.

En la base naval militar de Gibraltar atracan submarinos de propulsión nuclear de forma habitual, tanto de la Royal Navy como de la Armada de los Estados Unidos. También para tareas de avituallamiento y ocio para la tripulación. Pero no se equivoquen: cuando hay que hacer las cosas se hacen. Recuerden el tristemente célebre episodio del Tireless, el submarino británico de la clase Trafalgar que llegó renqueante al Peñón con una fuga en el circuito primario de refrigeración del reactor nuclear, algo que se arregla con un par de martillazos, como todo el mundo sabe.

Los atraques nueve y diez del North Mole gibraltareño son los que están acondicionados para la llegada de este tipo de sumergibles, llamados ‘hunter killer’. Se utilizan para perseguir a los submarinos silenciosos, los grandes, los que llevan cabezas termonucleares, que también son de propulsión nuclear y que aunque no atracan habitualmente en Gibraltar, sí que podrían hacerlo llegado el momento.

Teniendo en cuenta las circunstancias, el muelle diez del North Mole estaba catalogado como ‘Z’, lo que quiere decir que allí se podían hacer sólo tareas de avituallamiento, así como reparaciones menores que no tuvieran absolutamente nada que ver con el sistema de propulsión nuclear. De hecho, los submarinos de este tipo también tienen un sistema auxiliar de propulsión diesel, susceptible de reparación en el Peñón.

Pues bien, ¿qué hizo el Reino Unido? Sencillo: cambiar la clasificación del muelle de ‘Z’ a ‘X’, con lo cual se metieron de lleno a reparar el sistema anexo al reactor nuclear. Hubo que parar el reactor, con el consiguiente riesgo, y más tarde encenderlo, con el también consiguiente riesgo para una población que, en el entorno, supera ampliamente las 300.000 almas.

La operación duró más de un año y fue incluso monitorizada en tiempo real por la Armada de Estados Unidos, dado que los submarinos de la clase Trafalgar, como el Tireless, surgieron en su día como una copia de los submarinos estadounidenses de la clase Los Ángeles. EEUU temió que el fallo detectado en el Tireless y los demás submarinos de la clase Trafalgar –que fueron todos retirados a la base naval de Portsmouth, en prevención- procediera de un problema estructural de los sumergibles estadounidenses que se hubiera trasladado a la copia británica.

Tuvo lugar la mayor manifestación de protesta que jamás se haya visto en Algeciras, con 70.000 personas en la calle, incluidos los ecologistas gibraltareños de Environmental Safety Group. ¿Estaba allí David Cameron? ¿Estaba Andrew Rosindell? ¿Estaba el lobby parlamentario británico de apoyo a Gibraltar? Imagínense la respuesta.

La actitud del Gobierno británico, encarnada en David Cameron, es un intolerable ejercicio de cinismo, de mirar para otro lado cuando el problema, precisamente, está en Ucrania. No en Ceuta.

Tratar de sacar a colación en cualquier momento a Ceuta y Melilla, instrumentándolas y comparándolas con la colonia británica de Gibraltar es querer hacernos comulgar con ruedas de molino.

Es evidente que Gibraltar es un enclave estratégico para la Royal Navy y que ahí están muchas de las claves para comprender la situación. Mal que les pese a los británicos, el Peñón es para ellos un forúnculo en salva sea la parte. Y lo saben. No hay más que darse cuenta que la libra gibraltareña no sirve en Reino Unido, sino que hay que cambiarla por libra esterlina si se viaja desde Gibraltar, pongamos por caso, a Gatwick.

Así pues, y aunque podríamos extendernos hasta el infinito y más allá, el señor Cameron haría mejor en estar calladito con respecto a Ceuta y ocuparse de otras cuestiones verdaderamente importantes. Por el momento, debería ir tomando clases de ruso… y también de ucraniano.